Es cierto que para vivir mejor se necesita hablar dos o tres idiomas, pero hay un pero.
Al terminar la universidad, supe dos idiomas extranjeros -el inglés y francés- y trabajaba como intérprete y traductor en India y Rusia, luego como periodista en Inglaterra, Estados Unidos, Francia y muchos otros países.
De hecho, solo usaba el inglés en mi trabajo, casi siempre, por eso no me acuerdo mucho del francés.
Hace muchos años yo tenía un amigo que hablaba cinco idiomas como nativo -el ruso, kirguís, uzbeko, tártaro y tayiko- pero era trabajador no calificado y no estaba feliz para nada.
Claro que hay diferencia entre saber del inglés o tártaro, pero lo que quiero decir es que hablar un idioma no siempre ayuda a vivir una vida más plena e interesante. Cualquier trabajo merece respeto, por supuesto.
Sin embargo, la gente anhela mover más alto en la escala de la vida y para lograr se necesita pensar afuera de solo una calificación.
Una broma más. Un hombre está ahogando en el río y está gritando “Help!”, “¡Ayúdenme!”, “Aidez-moi!”, “ساعدني!”… Un viejito lo ve y dice, “Sería mucho mejor si hubieras aprendido a nadar en vez de hablar tantos idiomas”.