Busco respuestas a mis preguntas duras

Los residentes de mi barrio en en centro de Moscú notan de vez en cuando que se huele de chocolate en el aire.

Por supuesto, hay dos fábricas de chocolate -Babayevskaya y Octubre Rojo- en el barrio y ellas tienen que ver algo con el olor – obviamente. Sin embargo, la pregunta es ¿por qué?

Para averiguar el enigma yo compré un boleto de entrada al museo de chocolate que funciona en la fábrica llamada Babayevskaya.

Antes del museo, nos mostraron las líneas de producción, pero advirtieron que no saquemos las fotos. No soy bueno con acatar las reglas, así que tuve que hacer las fotos de un modo clandestino.

La fábrica es muy vieja y algunas máquinas tienen más de cuarenta años de edad. Las damas hacen los dulces y las barras de chocolate, mientras los caballeros reparan y mantengan las líneas de producción.

La muchacha-guía constantemente nos trató con caramelos y chocolate hasta que no podamos ingerir nada más. 

La chica de rojo finalmente reveló el misterio del olor esporádico: una vez por semana asan los granos de cacao y los filtros no son tan buenos para que no se huela en el barrio.

Como para mí, no me molesta el olor de chocolate. Sin embargo, preferiría tener una fábrica de chocolate y la otra de vino para hacer el olor más diverso.
De hecho, la fábrica Octubre Rojo es más moderna a pesar del nombre en honor de la revolución de 1917, y ella no huele.

En el museo hay un cartel pequeño que dice: “En el mundo solo hay dos clases de personas: aquellas que les gusta el chocolate, y otras que son comunistas sin Dios.”

No lo creo, hay muchas exhibiciones en el museo que prueban que a los comunistas también les gustaban los dulces.

Todas estas figuras en el museo fueron hechas de chocolate, excepto un sujeto con la cabeza cubierta de plástico en la última foto.

Para las mentes inquisitivas: el oso de chocolate pesa 90 kilogramos.

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