Currar no mola

Tres veces por semana voy al gimnasio, como si fuera mi curro. Al montar la bici estacionaria, enciendo mi iPod para escuchar un par de podcasts del profesor Juan Fernández.

También lo hago cuando me pongo en la rueda de andar y espero continuar esta práctica haciendo footing o paseando tranquilísimo con mi perrita en el parque en la primavera que viene.

Lo que escuché hoy fue sobre la pereza que es casi existencial, según Juan. Él opina en su podcast que a la mayoría de la gente no le mola currar, que todos los trabajos son aburridos y las personas normales hubieran elegido hacer algo más divertido.

Eso es cierto – hasta cierto punto.

No me enrollo.

Yo trabajaba muchos años en el business de noticias mundiales, es decir guerras, revoluciones y golpes de estado. Para mí y para mis colegas esos eventos eran divertidos, aunque sean peligrosos y lamentables. Sin embargo, el trabajo no fue aburrido cuando cubríamos las noticias de esta clase.

Al contrario, cuando la vida en los países de mi campo de responsabilidad fue tranquila, mi trabajo se hizo aburrida. Joder, el curro de oficina no me moló. Debo decir que las elecciones ni visitas de dignatarios de todo el mundo no podían reemplazar ni una guerrita para nada. Lo siento, amigos y amigas, pero esa es la verdad dura, aunque cuestionable, quizás.

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