Me encanta cocinar y ya sé y uso muchas recetas interesantes para preparar platos ricos. Uno de los platos que hago con frecuencia, como una vez por mes, es el pilaf uzbeko.
Todos los ingredientes están disponibles sin ningún problema excepto uno: zanahorias amarillas. Las despiertamente necesito para hacer un pilaf auténtico. Los supermercados en mi zona solamente venden zanahorias naranjas.
A veces, tengo suerte y encuentro zanahorias amarillas en el mercado de granjeros. Hoy decidí leer del tema y eso es lo que descubrí.
Las zanahorias tienen una historia milenaria que comenzó en Persia (actual Irán y Afganistán), donde se cultivaban variedades púrpuras, rojas y amarillas.
Inicialmente, eran pequeñas y amargas, usadas más como medicina que como alimento. A partir del siglo XVI, los agricultores holandeses crearon la zanahoria naranja que conocemos hoy, seleccionando las variedades por su sabor dulce y color brillante. Se dice que fue un homenaje a la Casa de Orange.
Con el tiempo, la zanahoria se popularizó en Europa y luego en todo el mundo, apreciada por su versatilidad culinaria y valor nutritivo.