En Cuba, en las fábricas de Habanos, se contrataba a un lector para entretener a los trabajadores durante largas jornadas laborales.
Este lector leía noticias, poesía y novelas, enriqueciendo el ambiente de trabajo.
Esa tradición comenzó a mediados del siglo XIX, alrededor de 1865. Fue introducida como una manera de educar y entretener a los trabajadores.
A pesar de los avances tecnológicos y los cambios sociales, esta costumbre se ha mantenido en algunas fábricas hasta hoy en día, siendo una parte importante de la cultura del tabaco en Cuba.