Solía tomar una taza de café cada día en mi cafetería favorita del barrio, la otra taza la hago en casa yo mismo. Por lo general.
Sin embargo, ahora que trato de no salir a menudo por el brote del COVID-19, me toca preparar el café -la ración de dos o tres tazas al día- en mi propia cocina.
Pues, tengo un molinillo de café, pero el aparato tan importante para mi bienestar se rompió de repente. ¿Qué hacer?
Al acordarme de que soy un crack, empecé a fijar la mala máquina yo mismo y resultó que soy un reparador genial.
El molinillo funciona como nuevo.